Todo lo que el coronavirus va a frenar: la lucha contra las epidemias que más matan

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Tres años preparando un proyecto científico. Tienes la idea, consigues que prospere, obtienes financiación —nada fácil— reúnes a tu equipo, compras el material. Y cuando estás casi a un paso de subirte a un avión con destino a Mozambique para empezar el trabajo de campo, estalla una pandemia. Esta es, de forma resumida, la historia del investigador Carlos Chaccour, experto en malaria del Instituto de Salud Global de Barcelona.

“No sabemos aún qué va a pasar con el financiador. De momento nos ha dicho que nos sigue pagando los sueldos, pero hay mucha incertidumbre”, apunta Chaccour por teléfono. La emergencia sanitaria del coronavirus amenaza con tirar por tierra avances conquistados a lo largo de las últimas décadas en atención e investigación, especialmente en el campo de las tres grandes pandemias de la humanidad: malaria, sida y tuberculosis. Estas tres enfermedades matan cada año a casi tres millones de personas, principalmente en África Subsahariana y Asia. Aún no existe una conclusión certera, pero todo apunta a que estos pacientes son especialmente vulnerables. Las personas que viven con el VIH están inmunodeprimidas, y las que tienen tuberculosis sufren de problemas respiratorios.

El proyecto de Chaccour consistía en probar un producto que elimina a los mosquitos, transmisores de malaria, en las comunidades rurales y comprobar su eficiencia en la población infantil. “Como poco se retrasará un año. Es imposible hacer ese trabajo en este momento. Para empezar representaría un gasto superior en medidas de protección para los trabajadores. Cientos de mascarillas y batas diarias. Y por otra parte, en estas épocas de caos proliferan los bulos. Puede ser muy peligroso”, señala. El científico recuerda el asesinato de cinco personas en Malawi hace tres años cuando se extendió el rumor de que había vampiros merodeando los pueblos.

“El impacto de la Covid-19 podría hacer descarrilar el progreso conseguido en VIH, tuberculosis y malaria y provocar muertes adicionales, a través de la coinfección con personas que ya son vulnerables, a la interrupción del tratamiento y de las cadenas de suministro de medicamentos”, admite Françoise Vanni, directora de relaciones internacionales del Fondo Global para la lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis, en un correo electrónico. Este organismo es una especie de hucha en el que los países y entidades privadas aportan donaciones en la lucha contra las pandemias. A finales del año pasado consiguió una cifra récord de recaudación al alcanzar los 14.000 millones de dólares (12.800 millones de euros). España fue uno de los países que volvió a aportar fondos por primera vez desde 2011. “No tememos que se reduzca el apoyo de los donantes. La última recaudación mostró el compromiso a la hora de combatir epidemias”, recalca Vanni.

La experta recalca que todo el dinero que se destine a combatir el coronavirus es complementario a la lucha contra estas enfermedades. Es lo mismo que sostiene Kevin Osborne, director de la Sociedad Internacional de VIH: “Se pueden dar casos de que la infraestructura necesaria para dar respuesta a la Covid-19 capitalice los recursos existentes para el VIH (pruebas comunitarias, clínicas locales, cadenas de suministro), pero la atención a la Covid-19 no debería reemplazar o desplazar los servicios de VIH”. Osborne se adelanta a posibles complicaciones: “Donde sea posible, podría usarse telemedicina y también deberían estar disponibles las recetas de varios meses, posiblemente enviadas a través de servicios postales”.

Retroceder 20 años

Hace solo dos meses, se anunciaba que España lideraría el mayor proyecto en la historia de Europa contra la tuberculosis. Esta es otra de las iniciativas que ha tenido que reducir considerablemente la marcha. “El proyecto sigue, pero nos encontramos en una especie de parón. Las actividades en hospitales y laboratorios se han paralizado. Las universidades están cerradas, el instituto Pasteur… Los analistas de datos y programadores son los que pueden avanzar”, detalla por teléfono Juan José Vaquero, coordinador del proyecto y miembro del departamento de Bioingeniería e Ingeniería Aeroespacial de la Universidad Carlos III.

Los ensayos de este proyecto se iban a llevar a cabo en muchas partes del mundo y ahora dan por hecho que, como mínimo, se trasladan a 2021. “Se estima que un tercio de la población mundial esta infectada con tuberculosis aunque no muestre síntomas. En este escenario, abandonar la lucha contra la tuberculosis sería muy arriesgado. Si la descuidamos, podemos volver a la situación en la que estábamos hace 20 años”, advierte el experto. Vanni, del Fondo Mundial, afirma que ya hay indicios preocupantes: “Los informes preliminares de países gravemente afectados por Covid-19 muestran una fuerte disminución de la notificación de casos de tuberculosis”.

Si estas tres grandes epidemias corren el riesgo de sufrir retrocesos, las llamadas enfermedades desatendidas, aún más. Íñigo Lasa es director general de Anesvad, una ONG española que se vuelca principalmente en estas dolencias olvidadas en Benín, Togo, Costa de Marfil y Ghana. “Es pronto para decirlo, pero tememos que lo que ya de por sí está olvidado, se olvide un poco más”, reconoce por teléfono en medio de las decenas de reuniones frente a una pantalla que su equipo está manteniendo durante estos días para adaptarse a la situación. “Uno de los elementos positivos es que muchas de las recomendaciones que se están dando para combatir el coronavirus sirven también para las enfermedades tropicales olvidadas, así que pueden surgir sinergias beneficiosas”, apunta. Al menos no todo está parado, hay esperanza: “La reunión que íbamos a celebrar estos días las principales organizaciones en el mundo dedicadas a estas dolencias desatendidas se mantiene”.

Algunas de las primeras medidas adoptadas por diferentes países, especialmente en el continente africano, fueron el cierre de fronteras, la revocación de visados y la expatriación de parte del personal extranjero. “El corte de comunicaciones complica el acceso a medicamentos y la llegada de material de protección”, apunta Fran Bartolomé, especialista en medicina interna y responsable médico de Médicos Sin Fronteras. Bartolomé, que desde hace semanas trata de coordinarse con sus compañeros mediante teletrabajo desde su confinamiento en Alicante, asegura que es difícil extrapolar conclusiones de la epidemia del ébola: “Pero una enseñanza que sí es fundamental es que perdimos muchos sanitarios por la exposición al virus, por eso hago mucho hincapié en que tienen que llegar los equipos de protección”.

Durante la epidemia del ébola, los hospitales se convirtieron en lugares de los que la gente huía porque los asociaban con más contagios. Esto puede suceder también en esta ocasión, como sostiene Vanni, del Fondo Global: “Los padres con niños con posible malaria pueden tener miedo de llevarlos a clínicas. Durante el brote de ébola de 2014, por ejemplo, las muertes adicionales por VIH, tuberculosis y malaria como consecuencia indirecta del brote excedieron las muertes causadas directamente por el ébola”. En el momento de la conversación telefónica, Bartolomé no teme por ningún proyecto de MSF, porque muchos se desarrollan en zonas rurales donde el virus tardará más en llegar previsiblemente. Pero indica que a partir de las próximas semanas la situación en zonas como la  India o Bangladés sí será preocupante.

El desafío es una realidad. Carlos Chaccour se lamenta de que Europa vaya a ser consciente gracias al coronavirus de lo que supone que una sola enfermedad colapse tu sistema sanitario. “En muchos países africanos llevan años viviendo esta misma situación con la malaria”. Pero Juan José Vaquero, coordinador del proyecto de tuberculosis, lanza otra gran verdad: “En el mundo hay suficiente riqueza como para financiar la lucha contra más de una enfermedad”.

LLAMAMIENTO A LA PERSEVERANCIA INTERNACIONAL

La Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió hace dos semanas a los países de África que mantuvieran sus esfuerzos contra la malaria a pesar de la pandemia de coronavirus. “Solicitamos que no reduzcan sus actividades planificadas de prevención, diagnóstico y tratamiento. Si alguien que vive en un lugar con malaria desarrolla fiebre, debe buscar atención lo antes posible”, señaló el director del Programa Mundial contra la Malaria de la OMS, Pedro Alonso. Es un momento especialmente crítico contra esta enfermedad, porque después de años de reducción en las muertas, los últimos informes anuales han mostrado un ligero aumento en los casos. A este llamamiento se suman otros como el de Unicef que advertía en una nota lanzada el pasado lunes que sistemas de salud maltrechos como el de República Democrática del Congo, requieren de apoyo “urgente”, porque el coronavirus se suma a casos de enfermedades como el sarampión y el cólera en un país que “aún tiene reciente el mayor brote de ébola de su historia”.

FUENTE: Diario El País de España

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