FUENTE: América Economía
El COVID-19 ha dejado a relucir las deficiencias y carencias en la atención médica en América Latina. No obstante, varias startups enfocadas en el campo de la salud han desarrollado productos y servicios específicos con el objetivo de revertir esta situación de larga data.
A puertas de lanzar una prueba rápida de tuberculosis, el COVID-19 hizo posponer los planes de Unima. Esta empresa de biotecnología que desarrolla pruebas de diagnóstico rápido y de bajo costo y sistemas de vigilancia epidemiológica había trabajado en los últimos tres años en un test para detectar esta infección bacteriana que ya había superado las pruebas de validación y aprobación en México y estaba a punto de hacer lo mismo en la Unión Europea para ser comercializada en corto tiempo en Indonesia, uno de los países país con mayor prevalencia de tuberculosis en el mundo.
No obstante, a esta healthtech mexicana que crea y fabrica pruebas a pedido y a la medida de sus clientes, el COVID-19 cambió su modelo de negocio. Laura Mendoza, fundadora y directora de Producto de Unima afirma que en enero de 2020 cuando China publicó la secuencia genética del nuevo coronavirus, la startup tomó la información y sintetizó la que necesitaba para insertarla a su tecnología e iniciar el desarrollo de una prueba rápida.
“Estamos validándola en el norte de México y esperamos comercializarla ya este mes”, explica Mendoza.
Esta solución permitirá no solo a los profesionales de la salud, sino a cualquier persona con capacitación muy básica realizar un diagnóstico en tan solo 15 minutos a un costo que va entre US$ 1 y US$ 5 por prueba y sin el uso de ningún equipo de laboratorio. Un monto bastante asequible, sobre todo en los países de América Latina que buscan reiniciar actividades económicas sin descuidar el aspecto sanitario para operar sin contratiempos y remontar así sus golpeadas economías.
“Al sector privado le está llamando mucho la atención este tipo de pruebas para garantizar la salud de los lugares de trabajo. En esta coyuntura es fundamental que las hagan pruebas a sus trabajadores y tomen las medidas necesarias para monitorearlos y revertir cualquier brote. Nuestra prueba sería muy atractiva para las economías que se están reactivando y a las industrias que les urge volver a operar”, dice Laura Mendoza.
Para saber el resultado de las pruebas de Unima, solo basta tomar una foto del dispositvo con una app desde un smartphone.
Así como Unima son muchas las healthtechs que desde varios años vienen desarrollando diversas soluciones para la salud y que en coyunturas como la que vivimos pueden aliviar la carga a los sistemas de salud en muchos países que atraviesan una profunda crisis a raíz del COVID-19.
En ese sentido, Julio Vasconcellos, managing partner de Atlantico y socio fundador del fondo de inversión Canary, afirma que el cuidado de la salud es probablemente el próximo gran mercado donde la tecnología irrumpirá por completo en América Latina.
“Las healthtechs realmente se acelerarán con esta crisis. Algo similar sucedió con las fintechs y los servicios financieros al tener este legado o figura histórica representada por un banco o institución financiera que ofrece un conjunto de servicios. Luego, están estas nuevas empresas de tecnología, fintechs, que seleccionan uno de estos servicios financieros y lo hacen mejor que los bancos. Nubank es probablemente el actor más destacado en esa historia y eventualmente va a vencer a los bancos al tener un producto y servicio superior”, dice. “Lo mismo sucederá en la atención médica. Un hospital es una colección de múltiples y diferentes servicios y una vez que se desagregan pueden ser ofrecidos por healthtechs con mayor calidad y eficiencia. Eventualmente estas empresas se convertirán en líderes en sectores más pequeños dentro del rubro de la atención médica”.
Si bien las healthtechs venían registrando crecimientos saludables año a año, marzo y abril ha acelerado esta expansión aceleradamente como consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus. No obstante, el interés por los inversionistas en estas startups se empezó a evidenciar desde el año pasado.
Según Julie Ruvolo, directora de venture capital de Lavca, en 2019 el sector de biotecnología y healthtech surgió repentinamente y representó el segundo más grande de inversión por número de transacciones, según el reporte anual de inversión en tecnología de la asociación.
“Si bien fueron inversiones en empresas en su mayoría pequeñas, en etapas iniciales o de capital semilla, y no se ha visto representado significativamente en términos de cantidad invertida, creo que la biotecnología y healthtech será una de las categorías más relevantes para 2020 y más allá”, dijo la ejecutiva durante la presentación del informe.
En tanto, entre enero y marzo de 2020 la inversión de fondos de capital riesgo en grupos que ofrecen soluciones tecnológicas relacionadas con la medicina, la atención sanitaria o el bienestar se disparó y alcanzó US$ 8.200 millones, 76% más que el mismo periodo de 2019 y 25% más que en el trimestre anterior, según datos de Prequin, servicio de análisis de la industria de activos alternativos.
La hora de la telemedicina
Durante los primeros días de la irrupción del COVID-19 en Perú, Christian Rivera, doctor del Hospital Guillermo Almenara de Lima, veía diariamente la llegada masiva de personas contagiadas. A pesar de los esfuerzos de los médicos de este nosocomio, solo podían atender a un máximo de 10 pacientes cada uno por turno.
Rivera, además de doctor, es fundador de Smart Doctor, una plataforma de telemedicina que hasta antes de la pandemia se había enfocado en dar servicios de tele salud al segmento corporativo.
“Ante la emergencia nacional, junto a mi socia Karen Salirrosas, quien también es doctora abrimos gratuitamente las teleconsultas. En el hospital solo hay doctores de emergencia o UCI, pero hay muchas especialidades que no se están atendiendo y los especialistas están en casa. Hicimos una convocatoria y en dos días juntamos a casi 800 médicos. El primer día tuvimos 1.000 consultas”, dice.
Tan buena fue la experiencia de Smart Doctor que el ministro de Salud de Perú, Víctor Zamora, convocó a su equipo para juntar esfuerzos y combatir esta emergencia sanitaria que ha golpeado fuerte al sistema público de salud de este país. Para ello, se hizo una customización de la plataforma y crearon Minsa Smart Doctor.
“Tenemos un convenio con el gobierno y con la Asociación Nacional de Laboratorios del Perú (Alafarpe). El Ministerio de Salud se comprometió a conseguir 1.200 médicos; nosotros, a lograr una cobertura de 100.000 consultas por mes y Alafarpe a darnos un subsidio económico para atender teleconsultas y también para construir una plataforma que permita monitorear por videollamadas a los pacientes COVID-19 a domicilio”, explica Rivera.
Para Ernesto Kruger, CEO de Kruger Corporation, las diversas tecnologías han permitido el acceso a servicios con el de telemedicina, evitando así el desplazamiento de personas que es fundamental para reducir la propagación del virus. “Los nuevos hospitales tienen que adaptarse a la telemedicina que ha ganado mucho prestigio y confianza en los últimos meses. Deben cambiar su modelo para seguir vigentes con esta versión digital de servicios de salud” dice.
Tras liberar la atención gratuita de Smart Doctor, la plataforma atendió 1.000 teleconsultas el primer día.
En ese sentido, según Susana García-Robles, venture partner de la firma de inversiones global Capria y asesora ejecutiva de Lavca, a pesar de que muchos le temían a la tecnología, esta pandemia ha demostrado su lado bueno. “La tecnología puede ser usada para ser más inclusivos y el caso de las aplicaciones de telemedicina no son la excepción. Hoy la mayoría de personas tienen un teléfono, ya sea en las favelas o en las villas miserias y a través de ellos pueden hacer video consultas con doctores y especialistas”, dice.
La irrupción de la telemedicina, y de las healthtechs, en general, llegan en un momento crucial para los sistemas de salud de América Latina que han colapsado por la gran ola de infectados de COVID-19. Ya en 2017, el informe de Endeavor “Oportunidades de emprendimiento en el sector salud en México”, advertía que el modelo actual del sistema mexicano de salud era insostenible –lo cual es aplicable para cualquier otro país de América Latina– y que la tecnología es el gran aliado de este sector para aliviar la pesada carga e impactar en una mejor calidad de vida de las personas en esta región.
“A nivel global, el sector salud se está viendo irrumpido por tecnologías o propuestas de innovación que podrían beneficiar a poblaciones enteras. La aparición y universalización del teléfono móvil con acceso a internet ha abierto una brecha para empoderar a los pacientes y sumarlos al sistema de salud, al cual le vendría muy bien un nuevo enfoque centrado en los pacientes en vez de los médicos o las industrias farmacéuticas”, dice el informe.
Asimismo, Endeavor concluye que para México, el adoptar prácticas de E-Health tiene un potencial de reducir en un 30% los costos en el sector salud. “Enfermedades como la obesidad podrían tratarse o prevenirse usando wearables para una solución de mHealth, o ‘salud móvil’, posible gracias al amplio uso de internet con dispositivos móviles en el país. Se estima que este tipo de soluciones pueden proveer a 5,5 millones de personas un servicio de salud preventivo sin tener que agregar un solo médico”, afirma la aceleradora.
En ese sentido, Christian Rivera, de Smart Doctor, está convencido de que una revolución tecnológica en el sector salud solo será posible de la mano de los gobiernos. “Como startup no lograremos la digitalización de la salud. Hemos empezado a transformar la telemedicina y el siguiente paso es avanzar hacia una clínica digital. En esta nueva normalidad el médico atenderá por videollamada, generará una tele receta y las farmacias serán digitales. El paciente no tendrá que desplazarse. Así se construye un sistema más eficiente donde el protagonista es el paciente y ya no el médico, ni la clínica o la farmacia. Nuestro enfoque es que el paciente es el centro de todo”, dice.
Laura Mendoza, fundadora y directora de Producto de Unima; Christian Rivera, fundador de Smart Doctor y Matías Biancucci, CEO de Mirai 3D.
Salud en 3D
La pandemia también ha puesto los ojos en la impresión 3D, sobre todo para la fabricación de mascarillas y repuestos de respiradores. No obstante esta tecnología va más allá de la producción de insumos de plástico. Es el caso de Mirai 3D, startup argentina de ingeniería biomédica que desarrolla modelos específicos en realidad aumentada o impresos en 3D para la planificación quirúrgica de cirugías de alta complejidad y modelos estándar o simuladores ultra realistas para cirugías mínimamente invasivas, endoscopías y cirugías plásticas.
“La impresión 3D tiene muchas ventajas. Trabajamos con el área de urología del Hospital Alemán de Buenos Aires. Hemos visto buenos resultados en casos de nefrectomía donde no quedaba claro si debían ser parciales o radicales y los cirujanos se apoyan en el modelo 3D para tomar esa decisión y operar con más seguridad e intentar, por ejemplo, resecar un tumor y preservar la totalidad del riñón evitando así que el paciente probablemente tenga que dializarse de por vida”, dice Matías Biancucci, CEO de Mirai 3D.
A pesar de que son pocos los hospitales y clínicas que cuentan con un equipo como este, Biancucci asegura que dentro de poco el uso de la tecnología 3D será más recurrente.
“La impresora va a ser parte de la institución de salud. Va haber una máquina dentro del hospital y su valor ya no estará en tener un equipo que fabrica, sino en el servicio de esa tecnología. Nos estamos enfocando en cómo optimizar los flujos de trabajo para que la comunicación entre radiólogo, ingeniero biomédico y cirujano sea rápida y lograr una mejor visualización del modelo 3D para que quizás no haga falta una impresión”, dice Matías Biancucci.
Asimismo, la compañía ha desarrollado piezas a precios bastante competitivos para que sean accesibles. Es así que un modelo estándar óseo hecho de filamentos puede costar entre US$ 200 y US$ 300, mientras que uno oncológico llega hasta US$ 400. Además, Mirai 3D está desarrollando una plataforma web para la gestión de esta tecnología dentro de las instituciones de salud en la que cada profesional tendrá un perfil y podrá seguir digitalmente el proceso de cada uno de sus casos.
Las prótesis de Mirai 3D se usan para la planificación quirúrgica de cirugías de alta complejidad.
Diván digital
Además de la salud física, el concepto integral de esta disciplina también implica la salud mental que ha sufrido un duro revés en esta temporada de encierro pandémico No obstante, Cuéntame, la plataforma de bienestar emocional de origen mexicano, había identificado esta problemática mucho antes de la irrupción del nuevo coronavirus.
“Cuando hablamos de salud, difícilmente se habla de salud mental que es abordada desde un enfoque totalmente correctivo y nunca preventivo”, afirma Regina Athie, cofundadora de Cuéntame. “El principal motivo por el que un colaborador se ausenta es por un malestar emocional que se ve somatizado en una gastritis, colitis o migraña. En América Latina difícilmente las secretarías de salud contabilizan el tema mental y lo categorizan como una dolencia y no necesariamente como un tema de depresión o ansiedad”.
Cuéntame trabaja con empresas ofreciéndoles podcasts de técnicas de meditación y mindfulness, webinars y cursos digitales. Actualmente, tras la rápida propagación del COVID-19 uno de los temas que más están atendiendo es cómo lidiar con el duelo, la soledad por vivir en confinamiento, cómo organizarse en el teletrabajo y el miedo a salir, sobre todo las personas que tienen trabajan fuera de casa.
De acuerdo a Regina Athie, las empresas que cuentan con un servicio de salud mental –que son pocas en la región– tienen una línea telefónica o de crisis donde los trabajadores pueden hablar con un psicólogo en una sesión que dura 15 minutos y en cada una les puede tocar un especialista diferente, convirtiendo el servicio en algo bastante impersonal.
“Las personas deben tener la posibilidad de conversar con un psicólogo que siempre sea el mismo y no por teléfono, sino que a través de la plataforma pueda ver sus expresiones faciales y conectar con su psicólogo. El hecho de que la visita al psicólogo sea 100% digital se está convirtiendo en un aliado para llegar a todas estas personas que lo necesitan”, detalla. “Antes, cuando llegábamos a una compañía y le hablábamos de la importancia de la salud mental, estas la consideraban necesaria, pero no urgente. Hoy con la pandemia esto ha cambiado y ha beneficiado a las plataformas de salud que se están convirtiendo en un must have y no en un nice to have”.
En ese sentido, para Susana García-Robles la salud mental es una vertical dentro de la salud que va ganando mayor importancia. “Hay mucha gente que antes de la pandemia ya tenía signos de depresión y el confinamiento genera mayor ansiedad. Todo lo relacionado a la salud mental va a ser un tema para trabajar bastante por este tipo de empresas”, dice.
A la fecha, Cuéntame ha impactado a una población de 5.000 colaboradores de empresas en México. No obstante, se les ha abierto otras oportunidades ya que trabajan con trasnacionales con sedes en Chile, Perú, Colombia, Argentina e incluso España que están explorando la alternativa de ofrecer estos beneficios.
Susana García-Robles, venture partner de Capria y asesora ejecutiva de Lavca; Regina Athie, cofundadora de Cuéntame y Ernesto Kruger, CEO de Kruger Corporation.
Más allá de la pandemia
Si bien muchas healthtechs han aliviado los servicios de salud durante la pandemia, este mayor protagonismo no es un fenómeno pasajero y muchas startups vienen trabajando en paralelo planes específicos una vez superadas esta crisis sanitaria.
En el caso de Unima, además de la prueba rápida de COVID-19 y tuberculosis, está desarrollando pruebas para hemoglobina glicosilada para detectar diabetes (otra enfermedad en aumento en América Latina) y otras para la detección de enfermedades en perros y cerdos. “El mercado de diagnóstico es muy grande y nuestro modelo de negocio nos permite alcanzar a los clientes de una forma muy eficiente”, dice Laura Mendoza.
De otro lado, el sistema de monitoreo COVID-19 implementado por Smart Doctor se empleará para hacer seguimiento a enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión o a personas con obesidad o alguna enfermedad mental.
“Con Alafarpe estamos diseñando un producto para monitorear en tiempo real a los pacientes que están recibiendo un nuevo fármaco como parte de un estudio de prueba. Los seguiremos diariamente a través de videollamadas”, dice Christian Espinoza. “También, con la Universidad Científica del Sur y la UPC vamos a crear estudios clínicos para ver el alcance de la telemedicina en ciertas enfermedades. Somos una empresa de tecnología y estamos trabajando en qué vamos a hacer cuando la pandemia se acabe”.
Para Matías Biancucci, de Mirai 3D, cuando pase el temblor la industria de salud tendrá mayor interés por la impresión 3D. “Hay mucha oportunidad para avanzar hacia productos de mayor valor agregado como vías quirúrgicas e implantes a medida. Eso en cierta manera cambiará bastante la cadena de proveedores del sistema de salud porque si se fabrican in situ, empresas como Johnson & Johnson o Stryker no tednran que llevar cajas a los hospitales con instrumental quirúrgico de distintas medidas, ya el propio hospital lo diseñará para un paciente específico”, dice.
Según Ernesto Kruger, el uso de diversas tecnologías como blockchain, IA, impresión 3D, realidad aumentada, entre otras, por estas empresas ha demostrado la gran capacidad de innovación de estas frente al sistema de salud tradicional. “Todas estas innovaciones generan ideas y planes de ejecución. Las healthtechs pueden desarrollar rápidamente pilotos y prototipos usando metodologías como design thinking, lean startup, storytelling y saben gestionarlos. Ellas están planteando un nuevo modelo de negocio de salud con una buena propuesta de valor”, dice.
Al respecto, Susana García, de Capria, afirma que estas startups –muchas de ellas lideradas por mujeres– se enfocan no solo en obtener retornos, sino también lograr un impacto en la sociedad. “Estos emprendedores han logrado dar la vuelta a situaciones de adversidad y crear buenos productos y servicios que son atractivos para invertir. Ahora, a pesar de la crisis es un buen momento para salir a buscar financiamiento. De hecho es interesante ver que se están cerrando rondas y que los emprendedores lo anuncian en sus redes sociales como diciendo que sí hay inversión para ellos”, dice.
Y es que la escalabilidad de muchas healthtechs combinado con la pandemia ha reordenado las prioridades de inversión de fondos. De acuerdo a Preqin, durante el más de mes y medio del segundo trimestre transcurrido hasta el 18 de mayo, pese a las restricciones operativas que la actual situación presenta para los fondos y que están ralentizando las transacciones, los acuerdos de compra relacionados con esta industria se calculan en US$ 3.200 millones, un monto cercano promedio trimestral de 2019 de US$ 4.800 millones.
Millones más, millones menos, lo cierto es que el COVID-19 se ha convertido en el gran catalizador de la transformación digital de la salud. Ya sea casi por obligación o por propia iniciativa, el sistema tradicional de atención se está valiendo de healthtechs que están demostrando ofrecer mejores servicios y productos teniendo al paciente como eje central. Una vez superada esta pandemia, el reto será seguir avanzando y no regresar a un sistema que ha permanecido durante muchos años en cuidados intensivos.