Esta semana empezaron a entregarse los premios Nobel de 2023. El lunes, los primeros ganadores (en la categoría Fisiología o Medicina) fueron la bioquímica húngara Katalín Karikó y el inmunólogo estadounidense Drew Weissman, por un desarrollo de alto impacto para la humanidad: la vacuna contra el COVID-19 basada en ARN mensajero. Es, también, un reconocimiento a la tenacidad de una científica que pasó su vida en las sombras.
Después de cuatro décadas de investigación, de recibir decenas de rechazos de las farmacéuticas para financiar sus investigaciones y hasta de perder su puesto en la universidad, Karikó vio cómo -en lo peor de la crisis de la pandemia- sus esfuerzos finalmente ayudaban a salvar millones de vidas, gracias a una tecnología aplicada en las vacunas de Pfizer y Moderna.