Imposible de olvidar el instante en el que Gonzalo Montiel avanza decidido hacia el centro de la cancha para patear el penal clave que nos consagró campeones mundiales de fútbol Qatar 2022. Se lo ve concentrado, seguro y con una actitud implacable. Acomoda la pelota, afloja su cuello, respira profundamente, exhala, toma carrera, dispara y… ¡gol!
Resolvió la situación más tensa de la historia de su Selección con la naturalidad de quien está cumpliendo un trámite diario, y así le dio la tercera estrella a Argentina. Detrás de esa ejecución gloriosa e inolvidable se encuentra un gigantesco trabajo de entrenamiento físico y mental, entrega, constancia y perseverancia. Y también neurociencia.
La doctora Sandra Rossi, especialista en medicina del deporte, actual directora de los departamentos de Neurociencia y de Performance orientados al Alto Rendimiento de River Plate, contó en una nota reciente en Infobae, que Montiel, surgido del plantel millonario y actualmente en el Nottingham Forest de Inglaterra, entrenó con ejercicios de neurociencia desde chico, junto a su equipo, en la época en la que Marcelo Gallardo era director técnico del plantel.
En la entrevista describió un detalle que pudo haber ayudado al jugador a controlar el estrés y la presión de ejecutar el tiro decisivo en la tanda contra Francia: “Cuando Montiel va a patear el penal, en Youtube se ve perfecto. Nosotros trabajamos bastante con ellos la técnica respiratoria. ¿Por qué? Él suelta el aire, eso tan simple y humano, que lo puede hacer cualquiera, tiene una repercusión en el cerebro que es muy potente. Cuando uno respira por la nariz, en el fondo de nuestras fosas nasales hay una celulitas, que cuando pasa el aire se estimulan. Eso tiene una autopista hacia el centro del cerebro, que es donde están nuestras emociones. Cuando eso se estimula, va a calmar las emociones”, contó Rossi.
Por su parte, el doctor Claudio G. Waisburg, médico, MN 98128, neurocientífico, speaker y director del Instituto SOMA, explicó a Infobae: “Respirar de forma calmada, pausada, ante un ataque de ansiedad, inspirar o espirar de forma acelerada para activarse o hacerlo muy lentamente para relajarse, son prácticas muy comunes y habituales en el yoga. Ahora, en el deporte de elite o en profesionales que requieren una máxima concentración para afinar precisión, todas estas prácticas tienen en la actualidad un aval de la neurociencia”.
Por su parte, la licenciada María Gisela Moya, psicóloga e instructora de yoga, cofundadora de Prema, Estudio de Yoga, confirmó a Infobae ese efecto antiestrés de inspirar y espirar: “A nivel emocional, cuanto más profunda es nuestra respiración, como es por ejemplo la respiración yóguica completa, más calmados nos sentimos. A nivel psicológico es un modo de autorregular nuestro sistema nervioso central, por lo tanto de acompañarnos y darnos contención o simplemente calma”.
La forma en la que respiramos influye directamente en la actividad cerebral, porque esta actividad tiene conexiones directas con la corteza cerebral, donde se gesta el pensamiento, la percepción, la imaginación (Freepik)
Controlar la respiración entonces permite manejar los estados de ánimo o las emociones que sentimos en cada momento. Una investigación mostró cómo las diferentes emociones están asociadas con diferentes formas de respirar. Por ejemplo, cuando estamos contentos, la respiración es regular, profunda y lenta. Si estamos enojados, es más irregular, corta, rápida y superficial.
Otro estudio, publicado en Journal de Neurophysiology ha demostrado que a través de la respiración se puede trabajar la atención, la memoria o el control emocional. La investigación diferencia dos tipos básicos de respiración, la que denomina volitiva y la atencional. Es decir, la respiración automática, inconsciente, y la que se hace de manera profunda, consciente, cuando se respira para calmarse o para meditar.