El mundo desconfía de la vacuna de Rusia, pero nadie se atreve a descartar el éxito

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Rusia, país de 145 millones de habitantes, ha registrado 835.000 casos de coronavirus y más de 13.800 muertos, según las cifras oficiales. Es el cuarto país del mundo con más casos por detrás de Estados Unidos, Brasil y la India.

La vacuna que Rusia dice tener casi lista genera dudas en distintos expertos, que creen que el periodo de preparación es demasiado breve para que el fármaco sea eficaz y seguro. Aunque nadie se anima a descartar el éxito.

El gran cuestionamiento, pero a la vez impedimento de quienes pretenden dar una opinión seria y concreta sobre la vacuna, es que Rusia no ha publicado los resultados de sus ensayos, lo que genera un verdadero misterio.

Hace meses que Vladímir Putin se muestra convencido de que tendrá una vacuna en septiembre, y las instituciones rusas trabajan a todo ritmo para cumplir con esas expectativas del presidente, que tiene la meta de devolver a la ciencia rusa a la primera fila de otros tiempos cuando estaba entre las más innovadoras del mundo.

La vacuna desarrollada en el Instituto Gamaleya de epidemiología y microbiología, y financiada por el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) se ha probado en voluntarios militares y en dos grupos de civiles voluntarios y remunerados, también fue inyectada en algunos de los científicos que trabajan en el programa, algo que ha generado un importante debate ético. “Si los que reciben la vacuna van a ser los mismos en analizar los resultados el proceso se corrompe”, advierten los analistas.

Fuentes oficiales aseguran que no se han detectado efectos adversos en las personas a las que se suministró el fármaco, solo se mencionan síntomas de resfriado y el enrojecimiento en el lugar de las inyecciones.

El siguiente paso es que el Ministerio de Sanidad registre la vacuna de Gamaleya y la apruebe, para así probarla con miles de personas en Rusia, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Los científicos del proyecto ruso aseguran que se adelantó mucho tiempo porque Rusia está desarrollando su vacuna utilizando la columna vertebral de otras ya desarrolladas y modificadas, como por ejemplo la del ébola.

Kirill Dmitriev, director del Fondo de Inversión Directa de Rusia, financiador del proyecto, asegura que se podrían producir 30 millones de dosis este año en Rusia y 170 millones en el extranjero y que están en conversaciones avanzadas con países de Latinoamérica, África, Asia y Oriente.

Dmitriev director del RDIF ha rechazado las dudas sobre la seguridad y eficacia de la inmunización y asegura que los procedimientos de ensayo y aprobación son muy estrictos. “Tengo tanta confianza en la vacuna que me la inyecté yo mismo”, le manifestó hace días a CNN.

En la carrera por conseguir la primera vacuna contra el coronavirus, Rusia sorprendió con su velocidad. La gran mayoría por no decir casi todos los expertos que evalúan con seriedad y rigurosidad un proceso que “así lo requiere”, platean todos los cuestionamientos y criticas posibles en la forma de proceder de los científicos rusos; pero también es cierto que en la misma proporción no se animan a descartar el éxito. Agregado a que meticulosos y severos especialistas que “no” tienen intereses económicos, desean ser sorprendidos por sobre las formalidades y rigurosidades que hasta acá rigen en el mundo de la ciencia.

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