“Estos anuncios generan mucha expectativa pero el hecho de poder fabricar la vacuna no implica que sea efectiva. Lo que estamos haciendo es adelantar un paso, es ganar tiempo. A corto plazo es un beneficio enorme porque si se comprueba que es efectiva, vamos a disponer de la vacuna mucho tiempo antes que si la produjera otro país, donde dependeríamos de su importación”, explicó a El Ciudadano la vicedirectora del Instituto de Inmunología Clínica y Experimental de Rosario (Idicer) –que depende del Conicet–, biotecnóloga y doctora en Ciencias Biomédicas, Ana Rosa Pérez sobre la producción de una vacuna contra la covid-19 en Argentina.
El miércoles el presidente Alberto Fernández anunció la firma de un convenio con el laboratorio AstraZeneca, la Universidad de Oxford y la Fundación Slim para producir de una vacuna contra la covid-19 en la Argentina y México. La especialista que se dedica al desarrollo de vacunas contra la enfermedad de Chagas se sintió “gratamente sorprendida” por el anuncio, no lo esperaba aunque afirmó que “Argentina realmente tiene la capacidad para hacerlo y también puede recibir transferencia de tecnología para hacerlo”.
Esta semana también fue noticia el anuncio del gobierno de Rusia con respecto a una vacuna, sin embargo Pérez fue más precavida en este caso: “El presidente Putin en realidad parecería solo haber «publicitado» una vacuna, porque realmente la comunidad científica no cuenta con datos concretos de los resultados de las pruebas que se han realizado hasta el momento. Tanto la vacuna desarrollada por Oxford como la desarrollada por Rusia se basan en el uso del mismo antígeno (llamado Spike) y la base tecnológica es similar, ya que ambas utilizan adenovirus como vectores virales portadores de la proteína Spike. A nivel científico, conocemos mucho más acerca de la vacuna de Oxford: sabemos en qué fase se encuentra, ya publicaron los resultados de las fases anteriores y sabemos dónde se están realizando cada uno de estos estudios y la cantidad de voluntarios que están siendo estudiados en cada fase. En cambio, en las bases de datos de la Organización Mundial de la Salud se puede observar claramente que aún no se tiene acceso a los resultados de los estudios efectuadas por Ganaleya, que es el instituto de Rusia, excepto los de la fase 1. Ha trascendido, sin embargo, que la fase 2 se realizó en un número muy pequeño de voluntarios, lo cual deja algunas dudas sobre su confiabilidad, pero vuelvo a repetir, nunca publicaron los resultados”.
“Aprobar una vacuna para su uso, sin tener una fase 3 finalizada y con una fase 2 dudosa, genera cierta inseguridad en la comunidad científica. Habrá que esperar para ver si en un corto plazo muestran los resultados”, agregó Pérez. En este sentido, contó que hay otras vacunas que están avanzadas también y nombró dos: una de nacionalidad estadounidense y otra china.
Lo más importante, aclaró, es que no se aplique a la población si no es afectiva. Por otra parte, en Argentina en estos días se está probando una vacuna del Laboratorio Pfizer. Se trata de las pruebas de la fase 3, no de la producción. Es de una empresa estadounidense conectada con una empresa alemana.
De todas las vacunas que se están desarrollando en el mundo ninguna terminó la fase tres. “Es la primera vez en la historia que se está desarrollando una vacuna tan rápido. El promedio es de 18 años, algunas por supuesto tardan muchísimo menos, por eso es un promedio. También hay vacunas que nunca pudimos hacer todavía como la del HIV. En el marco de esta pandemia y la carrera por encontrar una vacuna ya había experiencia con el Sars (Síndrome respiratorio agudo grave) y con el Mers-CoV (Síndrome respiratorio de Oriente Medio). También hay una tecnología muchísimo más avanzada, entonces hoy se están solapando las fases. Antes había que terminar una para luego empezar con la siguiente. Y finalmente, es un momento histórico en donde se está invirtiendo muchísimo dinero a nivel mundial para poder desarrollar una solución. Muchas veces no se consigue la inversión necesaria para conseguir una vacuna”, desarrolló.
Es posible que se haga a esta velocidad porque la comunidad científica mundial lo está intentando y ya se tenían avances. “En el caso de la vacuna desarrollada por la universidad de Oxford contaba con avances previos contra el ébola y contra el Mers que fue la covid-1. Había muchos adelantos a nivel experimental. Cuando surgió la covid-19 lo que hicieron en esa estructura fue cambiar únicamente el antígeno que además era muy parecido al que utilizaron contra el Mers”, señaló la doctora.
La fase 2 de la vacuna desarrollada por Oxford tuvo cerca de un 90 por ciento de efectividad. Las expectativas son buenas. Los resultados de la fase 3 estarán entre los últimos días de octubre y los primeros días de noviembre, indicó Pérez. Si este porcentaje de efectividad se mantiene y no hay mayores efectos adversos se podrá aprobar su uso en la población. Éste sería durante el primer semestre de 2021, aunque el ministro de Salud de la Nación Ginés González García dijo estar optimista y espera que pueda ser en el primer trimestre (ver página 5).