Federico Fiorilli es médico intensivista y está a cargo de la coordinación de terapias intensivas en la provincia de Santa Fe. Habló con El Ciudadano sobre las diferencias entre la primera y segunda ola de coronavirus en la ciudad y cómo trabajan para poder atender a todas las personas que lo necesiten.
Fiorilli tiene 47 años y hace 16 se dedica al trabajo en las terapias intensivas. Antes se había especializado médica clínica. Señaló un tema que se repite últimamente entre funcionarios: los médicos intensivistas son un recurso escaso. “Somos pocos y tiene que ver con el estrés propio de este trabajo, el sueldo que se paga, los pocos beneficios de la especialidad y la fatiga que cargamos hace un año”.
Trabaja en el diseño de estrategias sanitarias acorde a cómo evoluciona la pandemia en el territorio santafesino: “Tiene que ver con qué roles van cumpliendo las terapias intensivas y cómo se van comportando hacia el interior, cuáles son, cómo cambiamos la valencia de los hospitales -es decir, si son predominantemente efectores covid o no covid-, determinar dónde es necesario abocar las ampliaciones de camas y con qué recursos. Además, se trata de definir cuestiones de estructuras, como cuántos médicos y kinesiólogos por cama se requieren, el equipamiento de estas camas y el perfil de las terapias de alta complejidad e intermedia, como para poder definir un transitar lo más ordenado posible por el sistema de salud”.
El intensivista, además, trabaja hoy en la coordinación de terapia no covid en el Hospital Centenario, sin embargo no sabe cuánto tiempo más durará esta situación justamente por la readecuación que se está llevando adelante en todos los equipos para poder atender la creciente cantidad de pacientes con cuadros graves de covid.
Fiorilli marcó las diferencias entre la primera ola de coronavirus en la ciudad y la segunda que está transcurriendo en este momento. “En la primera ola el sistema de salud se vació para esperar la llegada del covid y estábamos en cuarentena estricta. Por ende, no había accidentes de tránsito ni heridos de arma de fuego o de arma blanca ni traumatismo de cráneo por accidentes de motos. Todo esto hacía que las terapias intensivas estuvieran más desocupadas. Además, las enfermedades crónicas estaban todavía con control adecuado y las cirugías estaban en tiempo”.
Sin embargo, a un año del inicio de la pandemia se presentan un conjunto de situaciones muy distintas a las del 2020: “Las enfermedades crónicas están sin buen control, el año pasado la gente tenía mucho miedo de venir a los hospitales y este año ese miedo ya no está por ende la segunda ola nos agarró entre todo los pacientes de trauma, heridos de arma de fuego y blanca, los pacientes crónicos, la gente sin miedo… Y además están las aperturas, hoy está casi todo abierto. Entonces, entre el retraso de atención que había y estas aperturas, las camas se ocuparon mucho más rápido y no hay forma de vaciarlas como el año pasado, porque uno no puede dejar de atender”.
En este sentido, recordó las malas noticias de esta semana: en el sector privado las camas están casi al cien por ciento de ocupación y en el sector público hay una ocupación de entre el 90 y 95 por ciento. Fiorilli manifestó que la semana desde el gobierno provincial están ejecutando el último plan de ampliación. Esto significa que los hospitales públicos duplicaron sus camas en terapia intensiva, no se trata solo del número de camas sino también equipamientos y este plan se integra con la Municipalidad. Esto contempla camas covid y no covid en todos los hospitales provinciales de sala general y terapia intensiva. Esta semana se terminará de cumplir.
Las limitaciones para seguir ampliando tienen que ver con el recurso humano, no con los recursos económicos para invertir en este sentido. Con estas últimas ampliaciones, además, quedan pocos espacios disponibles para ubicar camas.
Otra diferencia con la primera ola tiene que ver con la cantidad de pacientes internados jóvenes. Esto puede tener que ver con las nuevas variantes que están circulando, aunque según explicó Fiorilli, no necesariamente sean más letales pero sí hay evidencia de que son más contagiosas. La mayoría de los contagios se siguen dando entre jóvenes y al haber más, aumentan la cantidad de pacientes que requieren cuidados intensivos por cuadros más graves.
Para el coordinador, las clases presenciales son un espacio a preservar por cómo se afectó la socialización de niñas, niños y adolescentes en 2020. Pero esta definición, consideró, debería combinarse con “cuarentenas inteligentes de actividades de mucho riesgo y cerrar actividades que son hipercontagioadoras como las reuniones masivas o los encuentros de 6, 8 o 10 personas en un bar donde no se respetan las burbujas. Restringir reuniones y actividades deportivas en lugares cerrados, imponer un aforo a bares y restaurantes y limitar la circulación nocturna”.
Agregó que las restricciones “son para controlar la aceleración de casos y que todas las personas puedan acceder a una cama de internación”. Por eso se refirió a la frase “aprender a convivir con el virus” en boca de tantos funcionarios en el último año: “No es una frase desacertada, hay que aprender y esto es: mantener la distancia social, usar el barbijo, mantener protocolos, no estar más de 15 minutos en un lugar cerrado a menos de dos metros. Esto es así porque el virus no se va a ir por arte de magia, entonces hay que aprender a convivir. Las restricciones y los protocolos son medidas complementarias, no son excluyentes. Monitorizamos los indicadores y hoy tenemos serios problemas para atender a la población”.
En septiembre de 2020 fue cuando las camas de terapia intensiva empezaron a llenarse en Rosario y la provincia. Sin embargo, a pesar de los momentos de alto estrés y saturación, no se llegó al colapso. Hoy la situación es diferente, el riesgo está cerca.
Sobre el tiempo que venga después de esta curva acelerada de casos, y una vez que la campaña de vacunación esté más extendida, Fiorilli espera que los Estados entiendan la importancia de rediseñar los sistemas de salud de forma integral.
Recorrido en salud pública
Entre 2015 y 2018, Fiorilli fue secretario de salud en la gestión del ex gobernador Miguel Lifschitz. Desde el inicio de la pandemia, en marzo de 2020, ocupa el rol de coordinación de terapias intensivas en la provincia de Santa Fe. Su trabajo como médico de clínica y de terapia intensiva pasó por lugares tanto públicos como privados. Y la llegada a la gestión de salud pública es un arista que le interesa seguir explorando.
“Uno con una buena medida de gestión beneficia a miles de personas. Es una arista distinta a la del trabajo individual o de beneficiar a un paciente o a 15 como tengo a cargo yo. Mejorando un proceso se puede mejorar la salud de muchas personas. Con una buena gestión podés beneficiar a poblaciones enteras”, expresó.