Investigadores del Hospital Queen Elizabeth del Reino Unido relevaron síntomas asociados al abuso de ese fármaco.
La insuficiencia hepática aguda (IHA) es un síndrome poco común. Comprende la reducción aguda de la capacidad metabólica, caracterizada por ictericia, coagulopatía y encefalopatía, en pacientes sin antecedentes de enfermedad hepática. Un estudio científico realizado en el Reino Unido detectó que esta deficiencia, entre otros orígenes, pude deberse a la toxicidad del paracetamol en el caso de un consumo excesivo.
Las situaciones menos comunes incluyen hepatitis viral, lesión hepática inducida por fármacos, insuficiencia hepática inducida por el embarazo y hepatitis autoinmune, pero también hay una proporción significativa que se debe a causas indeterminadas.
En el marco de esta dolencia, un equipo de científicos investigó en el Hospital Queen Elizabeth de Birmingham, Reino Unido, las consecuencias inesperadas de la administración de paracetamol, por lo común producto de automedicación, como desencadenante posible de la IHA. Ya en abril pasado habían publicado el caso de un paciente, pero ahora advirtieron de avances en sus descubrimientos.
La supervivencia de pacientes con IHA ha mejorado constantemente en las últimas décadas, aproximadamente del 20% a más del 60%. Esta notable mejora en la supervivencia se ha debido a una combinación de progresos en la práctica médica y el uso de trasplante de hígado de emergencia (THE) en pacientes seleccionados.
Actualmente, el THE está reservado para un subconjunto de pacientes que es poco probable que sobreviva sólo con la atención médica. El reconocimiento temprano y el manejo inicial oportuno en el centro médico no especializado puede mejorar significativamente los resultados.
Los pacientes deben analizarse en un centro de trasplantes y ser derivados a cuidados intensivos. Es importante mantener un vínculo estrecho con el centro de trasplantes para asegurar la transferencia oportuna de pacientes con deterioro grave.
La presentación de la IHA varía según la etiología, cuya frecuencia relativa es diferente en todo el mundo. En consecuencia, existen varios sistemas de clasificación diferentes pero, esencialmente, todos diferencian la IHA rápidamente progresiva de otras formas.
En el Reino Unido se tiende a utilizar la clasificación de O’Grady. Los pacientes son clasificados como “hiperagudo”, “agudo” o “subagudo” , dependiendo de la aparición de encefalopatía después de la detección de los primeros síntomas, e ictericia.
La presentación hiperaguda desarrolla con frecuencia insuficiencia de los órganos extrahepáticos y conlleva un riesgo elevado de edema cerebral e hipertensión endocraneana pero, en contra de lo esperado, es la que tiene mejor pronóstico con tratamiento médico sólo.
Las presentaciones aguda y subaguda suelen tener un curso más indolente durante varias semanas, desarrollándose fallas de órganos extrahepáticos más tarde y tienen menor riesgo de edema cerebral.
Sin embargo, estos pacientes tienen menos probabilidades de recuperarse sólo con cuidados de apoyo, y los resultados son peores sin un trasplante hepático. Hay posibles excepciones a esto como la hepatitis viral, que mejora con el tratamiento antiviral, pero el trasplante generalmente sigue siendo necesario si se desarrolla encefalopatía.
En el análisis de los ingresos con patologías clasificadas según este criterio, un equipo encabezado por el anestesista y consultor de estados críticos del Queen Elizabeth, Mohammed A. Arshad, indicó que resultó concordante la aparición de 8 casos en los últimos 5 años que no correspondían a las previsiones consideradas como posibles desencadenantes de la problemática.
“Decidimos -relató el especialista- iniciar un cuadro profundo de investigación que nos llevara a detectar las causas de los sucesos. En el camino detectamos que 7 de esos 8 casos registraban consumo no prescrito de paracetamol. En 5 de esos casos, de manera severa en las dos semanas previas a desencadenarse su cuadro hepático agudo. Los otros tres experimentaban consumo rutinario del compuesto”.
Los investigadores, quienes hicieron su primera presentación relatando sus descubrimientos, pero que continúan el análisis de la hipótesis, revelaron que no pueden confirmar “las causas concretas que determinan el cuadro, pero creemos que puede estar asociado de manera directa en la que ciertos organismos procesan la medicación”.
En su documento insisten en la necesidad de “utilizar prescripciones médicas para el consumo de fármacos, así como permitir el seguimiento profesional durante la administración, de modo de poder estar atentos a consecuencias no deseadas con la mayor premura posible”.
“Reconocer y diagnosticar la IHA de manera oportuna requiere un alto índice de sospecha considerando su rareza”, advirtió Mohamed. Debe tenerse en cuenta en todos los pacientes sin enfermedad hepática preexistente que desarrollen o presenten una lesión hepática, de modo de poder predecir cualquier desencadenante extremo, y estar alertas particularmente, a consumos de medicamentos aunque su administración resulte perceptivamente inocente para el paciente”, concluyó.
Fuente: Infobae / Radio EME