Por Malena Montenegro
“Ya hace 25 años que soy enfermera. Soy enfermera y soy una mujer travesti que pertenece al área del colectivo de la diversidad. Para todo lo que estoy haciendo actualmente me preparé, estudié mucho y ahora siento que estoy en mi salsa. Porque puedo contar lo que es la violencia de género, porque la viví en carne propia, incluso lo que es la violencia dentro de la universidad”, cuenta Gabriela Caseres, de 46 años y quien además de trabajar en la red de salud municipal y provincial, está a cargo de la cátedra electiva de género de la carrera de Enfermería de la Universidad Nacional de Rosario.
Desde 2018, Gabriela y otrxs compañerxs y colegas —entre ellxs la delegada municipal de enfermería del HECA, Jorgelina Duarte; y la enfermera del Heca, Yolanda Senisse Carpio— llevan adelante una lucha en los distintos niveles del Estado para que se sancionen normativas para que lxs enfermerxs sean reconocidos como profesionales de la Salud y no como meros empleadxs administrativxs.
El 28 de noviembre de 2019 dieron el primer gran paso: la legislatura provincial aprobó la ley 13.968, que vino a modificar la ley provincial N° 9282 (de 1983), que establece el “Estatuto y escalafón de los Profesionales Universitarios de la Sanidad”. A través de esa modificación, lxs licenciadxs en Enfermería con título universitario fueron reconocidos como “profesionales universitarios de la Sanidad”.
“La ley 9.282 no contemplaba a lxs enermerxs. Con la modificación pasamos a ser entendidos como profesionales universitarios de la Salud, pero pese a que la ley está aprobada y promulgada, no está implementada”, explicó Cáceres a La Cazadora.
Para la enfermera, se trata de una cuestión económica: “No hay recursos destinados a pagar una prefesionalización. La implementación de la ley implica modificaciones en los salarios, otro régimen de vacaciones, otros horarios de trabajo, que se pague el trabajo de enfermería de alto riesgo. Nosotrxs seguimos en lucha porque no nos reconocen”.
En otros niveles del Estado, el reclamo por la profesionalización sigue en instancias de proyecto. En el Concejo Municipal, Enfermerxs Autoconvocadxs presentaron el año pasado un proyecto de ordenanza que está en la Comisión de Salud. A nivel nacional, el presidente Alberto Fernández ingresó al Congreso de la Nación que aún no fue tratado.
—¿Cómo recuerdan el día que el proyecto de reconocimiento profesional hacia lxs enfermerxs se transformó en una ley provincial?
—(Carpio) El jueves 21 de noviembre de 2019 nuestro proyecto se debatió en la Cámara baja de la Legislatura. Supuestamente lo que sucedió ahí, fue un error de imprenta. Nos decían que ya se iba a corregir y que iba a pasar a Senadores. Nosotras empezamos a dudar de eso y empezamos a convocar a muchísima más gente para el siguiente jueves, cuando la Cámara alta iba a debatir el proyecto. Ese día, no solamente que no se habían presentado todos los Senadores, sino que no tenían en tabla nuestro tema porque tenían que cerrar presupuesto. Y eso, obviamente, era más importante que lo nuestro.
Aquel jueves 28 de noviembre, desde las 7 de la mañana nos dirigimos (en varios colectivos) hacia Santa Fe, acompañados por el Colegio de Enfermería, la Asociación de Enfermería y el grupo Intersalud de autoconvocados, que congrega enfermeros municipales, provinciales y del sector privado. Nos atrincheramos allí, nos abrazamos ahí y no dejamos ni entrar ni salir a nadie. Fue media hora tensa… llegó la policía. Tanta fue la resistencia que tuvimos allí, con bombos y mucho ruido, que no los dejábamos sesionar. Tuvieron que parar el tema del presupuesto para votar por lo nuestro. Así salió nuestra ley de profesionales de la salud y así ganamos la ley. No fue algo fortuito o que cayó de arriba.
—(Cáceres) Ahora lo que nosotros pedimos es la implementación a la ley, ser reconocidos como profesionales. Para esto necesitamos la voluntad política, para que nos acompañen en el proceso de transformación de la carrera de enfermería. Sin voluntad política, sin recursos, no se puede. Se crean Ministerios, se crean Secretarías, pero si no tenemos fondos, si no tenemos dinero para poder aplicar esto, todo queda guardado en un archivo.
—¿Cuáles son los ejes principales del proyecto?
—(Duarte) Por ejemplo, el no pase de escalafón (tenemos que pasar al escalafón 9.282, correspondiente al profesionales de la salud), y eso no sucede porque implica un aumento de sueldos y adquisiciónes de derechos. Somos mano de obra barata, tenemos que tener doble, triple empleo, hacer horas extras y estamos cubriendo todo un sistema de salud en varias instituciones. Entonces, lo que pasa ahora con el tema de la ley, tiene que ver con presiones sindicales (sobre todo desde UPCN y ATE Santa Fé).
Por cada médico hay diez enfermeros. En el HECA tenemos 500 enfermeros, así que imaginate lo que significa para el sistema de salud de la provincia de Santa Fe, para que seamos reconocidos profesionalmente.
—(Carpio) En Santa Fe tenemos dos colegios de enfermería: uno del norte y otro del sur de la provincia; ambos congregan a 8 mil enfermeros. Somos 16 mil enfermeros matriculados aproximadamente, en todo la provincia. De estos 16 mil enfermeros, cerca de 2 mil son licenciados en enfermería. Ni siquiera estamos hablando del grueso de la población de enfermeros. Para estos 2 mil profesionales, no se ha logrado ese presupuesto. Y el año que viene no van a entrar en el escalafón profesional de la salud. Pero nosotros seguimos estando al lado de los pacientes, las 24 horas del día y los 365 días del año.
—¿Cómo vienen sorteando estas condiciones laborales en el contexto del Covid-19?
—(Cáceres) A lo largo de esta pandemia venimos cosechando “muchas anécdotas terribles”. Por un lado pienso “qué bueno que tuve el placer de trabajar en la pandemia”, porque no sé cuantas pandemias habrá en nuestra profesión; ojalá que nunca más, toco madera. Pero siempre pienso: cuando nos decían nuestros jefes de departamento: “tienen que entrar 10 minutos”, y esos 10 minutos implicaban hacer de todo: hacer una medicación, rotar al paciente, trabajar con estado de coma, aspirar a la persona enferma, y todo, al principio sin tener ni siquiera un equipo de protección especial y sin mucha información sobre la pandemia. Acá es cuando pienso y digo siempre, que nos convertimos en guardianas del cuidado.
Todo esto, sumado a la reducción de personal de riesgo y en las condiciones que trabajamos es que vemos vulnerados nuestros derechos como profesionales. Yo estoy convencida de que todas las mujeres que ponemos la cara en los diarios donde salimos a dar notas, estamos convencidas de esto y por eso que salimos todos los días a reivindicar nuestros derechos.
—¿Cómo se preparan para este 8M?
—(Cáceres):- A nosotras la marcha del 8M nos reivindica un montón, nos lleva a pensar sobre nuestros derechos; primero como mujeres y segundo como enfermeras. Nos lleva a pensar, junto a otres compañeres, en esto de decir: “hospitales libres de violencia”. Hay muchos tipos de violencia. En los hospitales públicos se está naturalizando la violencia entre profesionales y también vivimos situaciones violentas que surgen desde los propios pacientes y familiares hacia nosotras. Tenemos que dejar naturalizar esto. Le pedimos, entonces, al Estado: “un hospital, una salud y una facultad libre de violencia”. Este 8M nos lleva a recordar ese primer 8 de marzo de 1950, donde las primeras trabajadoras, las textiles, salieron a la calle y fueron así consiguiendo sus derechos. Siempre pensamos en la igualdad, en la equidad de derechos entre los distintos géneros; hoy pedimos lo mismo. Parece que estamos reviviendo esa historia y parece que nunca se acomodó: estamos en el 2022 y salimos, y luchamos, a pesar de que hay leyes, pero no hay plata para que se apliquen.