Lo asegura a EFEsalud el experto en neurociencia aplicada Álvaro Fernández Ibáñez, quien investiga y hace seguimiento de las últimas aplicaciones relacionadas con el cuidado del cerebro, del que afirma que se puede entrenar y da las claves para hacerlo de una manera positiva.
Fundador en 2005 en Estados Unidos de SharpBrains, una organización que investiga cómo la ciencia del cerebro se puede traducir en aplicaciones innovadoras para mejorar la salud, la educación y la formación, Fernández Ibáñez subraya que de este órgano se sabe lo suficiente para hacer las cosas mejor.
“Sabemos poco relativamente de muchas áreas, sobre todo a nivel muy molecular pero vamos a saber muchísimo más. Y sabemos lo suficiente para mejorar un montón de cosas”, insiste el experto, quien es licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto (Bilbao) y cuenta con un MBA y Master en educación por Stanford (Estado Unidos), entre otros cursos.
Cada día entrenamos el cerebro
Señala con rotundidad que cada día entrenamos el cerebro aunque no nos demos cuenta, y lo hacemos para bien o para mal, depende de las actividades que realicemos.
“Es muy diferente hacer una serie de cosas que podemos hablar ahora porque hay mecanismos súper interesantes para mejorar la actividad del cerebro o estar viendo la televisión 20 horas al día sin dormir y comiendo patatas fritas. Ahí también estamos entrenado el cerebro, pero de un modo negativo y perjudicial”, explica Fernández Ibáñez.
Abunda en que, como descubrió Santiago Ramón y Cajal, “padre de la neurociencia”, la unidad básica del cerebro son las neuronas y que se fortalezcan o debiliten depende del uso que se las de.
“Por ejemplo, él en uno de sus libros escribía mucho sobre lo bueno que es cambiar de ciudad, porque los primeros días o semanas podemos estar un poco desorientados, pero ese sentimiento de novedad, de desafío es justo lo que está haciendo que esas nuevas neuronas se conecten con otras y fortalezcan su unión”, señala el experto.
De ahí, que Ramón y Cajal, con el lenguaje de la época, asegurara que toda persona, si se lo propone, puede convertirse en la escultora de su propio cerebro.
Desde entonces se ha investigado mucho, y si bien en la época de Ramón y Cajal se pensaba que la propiedad del cerebro de generar neuronas se terminaba en la juventud, “hoy sabemos que no, que hay diferentes regiones del cerebro donde todos los días, hasta que nos muramos, están emergiendo nuevas”.
“Y también sabemos que hay hábitos de vida que pueden incrementar o reducir esa propiedad”, resalta Fernández Ibáñez.
El ejercicio físico entrena la mente
El hábito “más claro” que mejora el número de nuevas neuronas y que, además, tiene otros beneficios, es el ejercicio físico, especialmente el aeróbico. Hay una “diferencia gigante” entre ser sedentario y hacer unas tres horas de este tipo de ejercicio a la semana.
“Puede ser deporte, correr, remar, puede ser bailar intensamente, o sea, tiene que ser aeróbico. Andar rápido, si supone un esfuerzo para la persona y le eleva bastante la tasa cardíaca, puede valer. Uno tiene que notar que le cuesta hablar porque si es demasiado cómodo, no funciona igual”, aclara.
Tampoco es necesario correr maratones, añade.
El ejercicio cognitivo
Pero una vez que las neuronas nacen ¿dónde van? ¿cómo propiciar la conexión entre ellas? Ahí entra el ejercicio cognitivo.
Si no las usamos, esas neuronas se mueren porque no se conectan. Hay que tener en cuenta, especifica el experto, que el cerebro solo pesa un 2 o un 3 % del total del cuerpo, sin embargo, consume cerca de un 25 % de la energía: “Es decir, es un órgano muy caro de mantener”.
El ejercicio cognitivo contribuye a esa conexión y es una forma de entrenar el cerebro. Pero no se trata de hacer una actividad que no requiera gran esfuerzo, como puede ser leer un libro de un género o de un escritor al que estemos habituados, dice como ejemplo Fernández Ibáñez.
“Ejercicio cognitivo sería leer un libro de un escritor nuevo o de un género nuevo, o escribir una historia corta, o salir a la calle e intentar hacer un tema de voluntariado. Tiene que haber novedad, variedad, un poco de desafío”, agrega.
¿Y ejercicio cognitivo sería, por ejemplo, ver una película en versión original?
Pues hay matices. Pimero, subraya el experto, se trata de una actividad más bien pasiva y es que para hacer ese ejercicio cognitivo hay que ser activos. Y lo estaríamos haciendo si posteriormente comentamos esa película con alguien, escribimos un relato, comentamos un libro, etcétera.
Porque de esa manera reflexionamos, resumimos, analizamos y elegimos las palabras que queremos decir.
¿El estrés ayuda a entrenar el cerebro?
El estrés controlado y por un periodo corto de tiempo también ayuda a entrenar de forma positiva el cerebro. Tener esa sensación a corto plazo para que luego el cuerpo vuelva a un modo más óptimo y recupere sus procesos.
El problema llega cuando esa sensación es permanente, entonces, se vuelve contraproducente, la creación de nuevas neuronas se paraliza. Si eso ocurre un día no pasa nada, una semana tampoco, pero si empieza a pasar meses o años el impacto cerebal y físico “es clarísimo”.
Incluso, provoca que poco a poco se vayan muriendo las conexiones neuronales.
Y nunca es tarde para entrenar el cerebro, si bien es cierto que esa capacidad se va reduciendo con el tiempo, no se abandona.
“Hoy tenemos muchísima más capacidad a cualquier edad de lo que la gente en general asume”, considera el experto, quien no se olvida de la importancia de la nutrición para una buen funcionamiento cerebral y, para ello, la dieta mediterránea es ideal.
Los enemigos
También hay un ránking para las actividades que entrenan al cerebro pero mal.
Una de ellas ya la hemos comentado y es el estrés, en este caso a largo plazo y sin control: “Si lo sabes manejar va bien, si lo sabes manejar mal va mal”.
Y la pasividad es otro de los enemigos del cerebro, hacer cosas rutinarias, de forma mecánica, al igual que no dormir lo suficiente, porque si una persona no descansa bien, repercute en los procesos de generación de neuronas.
Y al cerebro no le viene nada bien tampoco entrenarlo poniendo el foco en actividades que implican odio, este no es que pare la neuroplasticidad, sino que la canaliza en una dirección que provoca que la persona tenga una personalidad más negativa.
“El odio lleva al odio en sí mismo”, destaca.
En cuanto a las pantallas y las redes sociales el experto opina que hasta el momento no hay suficiente evidencia científica para demonizarlas, pero sí señala que hay que educar para hacer un uso positivo de ellas.
También es consciente de que si bien para entrenar al cerebro es beneficioso hacer sudokus o sopas de letras, en papel beneficia más que hacerlo en formato digital porque este último tiende a enganchar más.
Además, en el caso del móvil tiene sonidos o efectos visuales que pueden distraer más, en cambio, el papel, al ser estático permite una mayor concentración.
La reserva cognitiva
Y con el cerebro realizando su entrenamiento a lo largo de los años, Fernández Ibáñez hace especial hincapié en la reserva cognitiva.
Si se entrena el cerebro, conseguiremos una reserva cognitiva, y cuanta más se acumule, mejor podrá resistir el cerebro a amenazas propias de la edad, como el alzhéimer.