La COVID-19 ha progresado rápidamente y se ha convertido en una pandemia mundial con consecuencias profundas y sin precedentes para la salud y el bienestar social y económico de las comunidades en todo el planeta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) están comprometidas a dar una respuesta eficaz a la situación colaborando con otras organizaciones internacionales y con nuestros respectivos Miembros. Hace falta una actuación mundial coordinada para abordar los extraordinarios retos que supone la pandemia para la salud y la subsistencia de las personas.
Proteger las vidas humanas es nuestra máxima prioridad, y los esfuerzos en ese sentido pueden verse dificultados por perturbaciones innecesarias del comercio y las cadenas de suministro mundiales. Las decisiones de política comercial de los gobiernos tienen una importante influencia tanto a la hora de hacer llegar el equipo y suministros médicos a los lugares donde se necesitan con urgencia como de catalizar el suministro de insumos críticos para la producción de medicamentos y dispositivos de tecnología médica destinados a combatir la pandemia. Por consiguiente, es de vital interés que el comercio de productos de tecnología médica siga siendo lo más abierto y predecible posible. Esto ayudará a los países a responder a esta crisis, a recuperarse de ella y a forjar unos sistemas sanitarios que fomenten una mayor resiliencia futura.
La OMS y la OMC están colaborando para respaldar los esfuerzos destinados a garantizar los flujos transfronterizos normales de suministros médicos vitales y otras mercancías y servicios, a fomentarlos cuando sea posible, y a resolver las perturbaciones innecesarias de las cadenas de suministro mundiales de conformidad con el Reglamento Sanitario Internacional (2005) y las normas de la OMC.
La finalidad del Reglamento Sanitario Internacional es prevenir la propagación internacional de enfermedades, proteger contra esa propagación, controlarla y darle una respuesta de salud pública proporcionada a los riesgos para la salud pública evitando al mismo tiempo las interferencias innecesarias con el tráfico y el comercio internacionales. Las normas de la OMC proporcionan a los gobiernos las flexibilidades que puedan ser necesarias para abordar situaciones de escasez de suministros médicos esenciales o problemas de salud pública. Sin embargo, cualquier medida nacional encaminada a proteger la salud pública debe ser «selectiva, proporcionada, transparente y temporal», en consonancia con los recientes llamamientos de los dirigentes mundiales. Los gobiernos deben evitar medidas que puedan perturbar las cadenas de suministro y perjudicar a las personas más pobres y vulnerables, en particular en los países en desarrollo y los países menos adelantados que habitualmente dependen de las importaciones de medicamentos y equipo médico.
Instamos a nuestros Miembros a que sigan informando a la OMS y la OMC sobre sus medidas con arreglo a los mecanismos de transparencia establecidos, que en este momento resultan especialmente valiosos para respaldar una respuesta coordinada. Con el fin de garantizar que las tecnologías médicas —entre ellas, los productos de diagnóstico, los medicamentos, las vacunas y otros suministros médicos vitales para tratar a los pacientes infectados por la COVID‑19— lleguen rápidamente a quienes las necesitan, hacemos hincapié en la importancia de racionalizar las pruebas de conformidad sobre la base de la cooperación en materia de reglamentación y de las normas internacionales.
Aunque nos sentimos esperanzados por los impresionantes esfuerzos de investigación y por la rápida movilización de recursos públicos y privados para desarrollar tecnologías sanitarias contra la COVID‑19, instamos a los gobiernos a aplicar medidas de política que puedan facilitar adicionalmente la investigación y el desarrollo de esas tecnologías y promover su rápida difusión en el interior de los países y más allá de las fronteras para garantizar un acceso equitativo a ellas. Las iniciativas en ese sentido abarcan realizar inversiones selectivas, garantizar el acceso abierto a los resultados de los ensayos clínicos, compartir los derechos de propiedad intelectual pertinentes, incrementar la capacidad de producción, aplicar regímenes de compras abiertos y transparentes, eliminar los aranceles para las tecnologías sanitarias pertinentes, y adoptar medidas de facilitación del comercio para reducir los costos y las demoras.
La actuación de ámbito mundial, la solidaridad y la cooperación internacional son más necesarias que nunca para responder a estas circunstancias sanitarias. La OMS y la OMC están trabajando juntas para cumplir su papel.
FUENTE: Organización Mundial de la Salud